Queridos lectores de Wildblog
En algún lugar entre la niebla de ayer y las nubes de mañana, me lo pasé como nunca. Estas tres semanas en Canadá no han pasado hace mucho, pero ya parecen tan surrealistas, como de otra vida. En los primeros días, todo era todavía diferente y extraño. Pero en un espacio de tiempo increíblemente corto, todo se había vuelto tan natural.
En la tierra del arce, por primera vez no pensé ni en el pasado ni en el futuro. Viví el momento, y hubo muchos momentos formativos. Experimentamos la naturaleza, formamos parte de una cultura y nos conocimos mejor a nosotros mismos.
Me gustaría compartir 3 semanas, 3 viajes y mis 3 momentos personales más destacados con vosotros, porque compartir es un pilar importante de la cultura Cowichan. Me llevaré conmigo este aspecto y el hecho de que los humanos somos iguales a la naturaleza y los animales. No soy (todavía) una persona diferente después de este viaje, pero siempre me guiaré por esta actitud ante la vida, combinada con un profundo respeto y una gran gratitud.
Cada día empezaba con un momento muy especial. Siempre que el tiempo lo permitía, dormía al aire libre. Despertarse con el sonido del mar, los rayos del sol o los pájaros es maravilloso, pero cuando Hwiemtum cogía su tambor y su flauta y empezaba el día con música tradicional, era indescriptible. Hacía que levantarse fuera un placer, incluso después de noches cortas.
Volar en hidroavión sonaba divertido. Pero en cuanto estábamos en el aire, se acababa la diversión. Debajo de nosotros se extendían zonas despejadas increíblemente grandes. En el bosque de Koksilah pasé los dos mejores días de mi viaje. Era aterrador e impactante ver lo cerca que habían llegado las zonas deforestadas a este lugar mágico. La escala sólo es visible desde el aire y sólo vimos una fracción de la tragedia...
Experimentamos una naturaleza impresionante, pudimos observar la vida salvaje y los espectáculos naturales, nos convertimos en un equipo... Podría continuar la lista de bellas experiencias eternamente, pero lo que más me impactó fueron las palabras de los Cowichan. Todo lo que decían el tío Harald y Hwiemtum tenía un trasfondo y un significado más profundo que aún no puedo comprender del todo.
Ya he interiorizado las palabras del tío Harald sobre el equilibrio. Siempre hay dos cosas -agua y tierra, cielo y tierra, dar y recibir- y se necesitan ambas para encontrar el centro y mantener el equilibrio.
En este punto, me gustaría decir "huy ch' q'a".
Hay expedicionarios y organizadores de expediciones. Sin vosotros, este viaje nunca habría tenido lugar.
Hay gente que aprende y gente que enseña. No habríamos entendido tanto sin ti.
Hay gente delante de la cámara y hay gente detrás de la cámara. ¡Vosotros hacéis que el viaje sea inolvidable!
Jenin