Últimos resultados de la investigación: Las marismas costeras canadienses redefinen la acción por el clima

De eso se trata

El Prof. Dr. Jürgen Kreyling y Hanna Martens pudieron colmar algunas lagunas en la investigación mundial sobre turberas con los resultados de dos semanas de investigación de campo en nuestras zonas protegidas en julio de 2025. Por primera vez, investigaron cuál es realmente el potencial de almacenamiento de CO2 de las turberas del oeste de Canadá. Las proyecciones iniciales muestran que las turberas almacenan hasta cinco veces más carbono que los bosques pluviales costeros de la zona. Esto las convierte en un peso pesado sensible en la protección del clima. 

Primeros resultados de un ecosistema único 

Pocos ecosistemas son tan misteriosos, patológicamente subestimados y al mismo tiempo tan cruciales para la protección del clima como las turberas. Aunque sólo cubren el 3% de la superficie terrestre, almacenan más del 30% de todo el carbono del suelo, más que todos los bosques del mundo juntos. Si se destruyen, liberan enormes cantidades de CO₂. Esto tendría consecuencias catastróficas para la evolución de nuestro clima. Por eso es tan importante comprender mejor la función de las turberas y protegerlas. Este fue precisamente el objetivo de la expedición de investigación realizada por Wilderness International y el Greifswald Mire Centre en el verano de 2025 en nuestras zonas protegidas de la costa norte de la Columbia Británica (Canadá).

 

Canadá alberga algunas de las mayores turberas del mundo, pero hasta ahora no se sabía casi nada de las turberas de las zonas protegidas de Wilderness International. Con el apoyo del Prof. Dr. Jürgen Kreyling y Hanna Martens, ahora se van a colmar estas lagunas de conocimiento.

¿Qué hace que los páramos de la isla de Porcher sean tan especiales?

La isla de Porcher se caracteriza por un paisaje que no ha sido modificado por la industria, sino que ha sido modelado a lo largo de miles de años por los procesos naturales y el modo de vida de la población autóctona: costas escarpadas, densos bosques húmedos templados y extensos páramos que apenas han sido explorados hasta la fecha. Estos "espacios en blanco" del mapa revisten un enorme interés para los científicos. 

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Una proporción asombrosamente grande de estas turberas ni siquiera figura en los mapas mundiales. Y lo que tenemos son sólo estimaciones aproximadas. En realidad, apenas sabemos nada sobre su profundidad, su extensión o sus reservas de carbono. Por tanto, la información supuestamente conocida está sujeta a una gran incertidumbre, y eso es precisamente lo que hace tan apasionante la investigación de campo en este caso. 

Prof. Dr. Jürgen Kreyling

El Prof. Dr. Jürgen Kreyling mantiene una estrecha relación con los espacios naturales de Canadá desde sus tiempos de estudiante. Entonces investigaba cuánto tardaban los bosques en regenerarse tras una tala. Inspirado por sus primeras expediciones de investigación, supo ya entonces que quería dedicar su vida a investigar estos importantes ecosistemas. Desde hace más de diez años es catedrático de Ecología Vegetal Experimental en la Universidad de Greifswald y uno de los mayores expertos en turberas de Alemania.

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Los espacios naturales de Canadá: investigación en condiciones extremas

Marchas diarias por las playas con pesados equipos de perforación, filtración de agua potable del páramo, clima costero cambiante e interminables picaduras de flebótomos, tábanos y mosquitos (¡porque a los insectos les encantan los páramos!). Lo que para muchos parece un reto, para Jürgen y Hanna no es más que una condición marginal. Nuestra expedición les brindó la oportunidad única de estudiar de cerca un ecosistema casi inexplorado. "Cada paso sobre los elásticos cojines de musgo Sphagnum nos recordaba lo vivo e intacto que está este ecosistema y lo poco que sabemos de él", cuenta Hanna Martens. Ella es canadiense e investiga sobre la rehumectación de los páramos. En su país, ha visto muchos páramos degradados y destruidos por la extracción de petróleo y gas

"Las observaciones y los estudios demuestran que las turberas drenadas no vuelven a su estado saludable original ni siquiera tras su renaturalización. Esto se debe a que la turba de miles de años pierde su estructura cuando se seca: Se compacta, los poros se obstruyen, el musgo se descompone y pierde su función de depósito de agua. Aunque una turbera rehumedecida puede crear nuevos hábitats y frenar las emisiones, no recupera la misma capacidad de almacenamiento y resistencia que el ecosistema original. Precisamente por eso es tan crucial proteger los páramos intactos: sólo pueden cumplir su función única para el clima y la biodiversidad mientras permanezcan húmedos."

Hanna Martens

Ecólogo de las turberas y doctorando en el Centro de Turberas de Greifswald

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¿Cómo se investigan unos páramos de los que apenas se sabe nada?

Ya antes de la expedición, los investigadores del Centro de Turberas de Greifswald habían seleccionado más de 100 puntos de muestreo en las zonas protegidas con ayuda de imágenes de satélite y material cartográfico existente. Los puntos seleccionados abarcaban tres paisajes característicos de los páramos: extensas turberas elevadas abiertas, páramos arbolados y mosaicos de zonas de páramo denominadas "muskeg" con pequeñas zonas de agua intercaladas, rocas abiertas e islas de árboles. El objetivo era registrar el contenido total de carbono de las turberas de las zonas protegidas de la costa del Pacífico de Columbia Británica tomando muestras del suelo y determinando la biomasa aérea.

 

En cada uno de estos lugares se tomaron testigos de perforación. Estos testigos permiten determinar el espesor y la calidad de la masa de turba. Al mismo tiempo, se registró la vegetación de árboles y arbustos en la superficie para cuantificar la biomasa almacenada en la superficie. En conjunto, los datos pueden extrapolarse a la superficie total, lo que ofrece una imagen más precisa de la cantidad de carbono realmente ligada a las turberas por encima y por debajo del suelo.

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Tomar las muestras no fue nada fácil. Una y otra vez, Jürgen y Hanna tenían que "enterrar" o "arsche", como lo llamaban en broma, la pesada broca en lo más profundo del suelo. Era un requisito básico que estuvieran en forma y tuvieran mucha resistencia, ya que cada núcleo de perforación se llenaba de agua y se convertía en un auténtico peso pesado.

Dato curioso: caminar por una turbera intacta es lo más parecido que tenemos los humanos al milagro de Jesús: se camina literalmente sobre el agua, porque las turberas intactas contienen un 95% de agua en su turba.

Los datos analizados aportan certeza:

Los resultados confirman lo que los investigadores ya suponían: Las turberas de la isla de Porcher son uno de los depósitos de carbono más potentes de la región. Una capa de turba de más de 4 metros en algunos lugares significa que aquí se han secuestrado enormes cantidades de CO₂ a lo largo de 4000 años. 

 

La comparación con los bosques primigenios de la Columbia Británica es especialmente emocionante. Aunque hasta ahora se conocían sobre todo por su gigantesco almacenamiento de carbono en la biomasa aérea, es decir, en los árboles gigantes, los primeros análisis indican que en la biomasa subterránea de las turberas se almacena hasta cinco veces más carbono. Esto sitúa a las turberas en el punto de mira junto a los bosques tropicales como "reservas climáticas" centrales de Canadá.

 

Si se tocan los musgos conservados, los trozos de madera o las agujas de pino del extremo inferior del núcleo, se está tocando a pequeños y discretos poseedores de récords. Por pequeña que sea, la madera es 10 veces más antigua que cualquier árbol gigante vivo que se encuentre en toda la isla. 

Importancia para la protección del clima y la biodiversidad

Estos resultados son un paso importante hacia el registro sistemático del valor de protección climática de las turberas. No sólo proporcionan la base científica para publicaciones internacionales, sino que también cierran algunos de los espacios en blanco del mapa. Al mismo tiempo, proporcionan recomendaciones concretas para la acción, que son extremadamente importantes, especialmente en Canadá, ya que a diferencia de Alemania, donde la conciencia de la relevancia de las turberas es cada vez mayor, en Canadá las turberas siguen siendo destruidas a gran escala.

 

Las turberas de la isla de Porcher son también hábitats muy valiosos: albergan plantas especializadas como la drosera, el tártago de los pantanos y el camemoro, así como una gran variedad de anfibios e insectos que sólo pueden sobrevivir en estos hábitats húmedos y pobres en nutrientes. Éstos, a su vez, son la base de muchas aves que dependen de este espacio como lugar de cría o descanso. Los murciélagos también necesitan los páramos intactos, ya que se alimentan de los innumerables insectos que sólo pueden encontrarse allí.

 

Mientras que los páramos de la isla de Porcher siguen prácticamente intactos, la situación es muy distinta en otras partes de Canadá. La extracción de arenas petrolíferas en el vecino estado de Alberta, en particular, ha destruido irremediablemente enormes paisajes pantanosos. Cuando se extrae la turba,"sesacaliteralmente eltapón" de los páramos: Los depósitos de carbono milenarios se secan, el agua se escurre y, en muy poco tiempo, se escapan cantidades gigantescas de CO₂ que antes estaban a buen recaudo en el páramo.

 

No se trata sólo de un desastre ecológico, sino también de un riesgo climático de proporciones mundiales. Por eso, las turberas intactas son doblemente valiosas: evitan las emisiones y, al mismo tiempo, salvaguardan la biodiversidad. En cambio, las turberas destruidas invierten su función: de escudo protector del clima pasan a ser focos de gases de efecto invernadero.

Seguimiento a largo plazo y cooperación con las Primeras Naciones

Esta expedición fue sólo el principio de una colaboración a largo plazo. Están previstas misiones de investigación anuales para documentar los cambios a lo largo del tiempo. Se seguirán desarrollando tecnologías modernas como los drones y los análisis de ADN electrónico. La colaboración con socios locales también es especialmente importante: gran parte de los páramos de la isla de Porcher se encuentran en la Gitxaala Nii Luutiksm Kitkatla Conservancy, cuyos custodios tienen un gran interés en los resultados y en la protección conjunta de los páramos. 

Cada metro cuadrado de páramo cuenta

Lo demuestra la investigación sobre las turberas de la isla de Porcher: Estos ecosistemas discretos y a menudo subestimados son protectores del clima de importancia mundial. No sólo almacenan enormes cantidades de carbono, sino que también salvaguardan la biodiversidad de los bosques costeros de Canadá. Para Wilderness International, la expedición es un hito que lo deja claro: cada metro cuadrado de páramo protegido contribuye a que nuestro futuro sea más estable desde el punto de vista climático y más habitable. Hanna diría ahora: "En realidad no es tan difícil. Sólo hay que dejar los páramos húmedos, ¡por favor!".

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Los investigadores de las turberas se han enamorado de las turberas costeras canadienses. Gracias a ti, están protegidas ahora y a largo plazo. 

Autor
Wilderness International
Marie Schreiber
Comunicación científica

Marie combina los conocimientos científicos con la narración de historias. Su misión es la comunicación científica: hacer tangibles temas complejos e ilustrar lo estrechamente vinculadas que están nuestras vidas cotidianas a la conservación de los bosques, la protección del clima y la sostenibilidad, y cómo influyen directa e inmediatamente en ellas.

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    Más del 10% de Canadá está cubierto por turberas y el país posee una gran parte de los recursos mundiales de turberas (alrededor del 13%).4 La isla de Porcher, en particular, donde se encuentran nuestras áreas protegidas canadienses, está compuesta por un 26-50% de turberas.

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