Durante mi último año de estudios, la costa norte de Perú fue devastada por el ciclón Yaku. Vi cómo todo se inundaba, la ciudad quedaba destruida y la gente sufría los efectos de lluvias torrenciales similares a las del fenómeno de El Niño. Ambos fenómenos se producirán cada vez con más frecuencia debido al cambio climático. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi generación y todos los que vivimos en la Tierra en el siglo XXI tenemos el deber y la responsabilidad de hacer algo contra el calentamiento global.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad es proteger y detener la sobreexplotación de bosques como el Amazonas. A través de las redes sociales me enteré de que Wilderness International estaba comprometida con la protección de la selva amazónica en Madre de Dios, y desde entonces quise trabajar con ellos.
La misión de la educación medioambiental es restablecer la conexión entre las personas y la naturaleza, y es un honor para mí contribuir a ello como coordinadora del proyecto de educación medioambiental de WI Perú. Creo firmemente que todos somos buenos, y la comunidad de Madre de Dios no es una excepción. La conservación es una tarea ardua y compleja, y la educación ambiental y el diálogo constante con la gente es una de las herramientas más poderosas para el éxito.