Nací entre las montañas de los Andes en Urcos, cerca de Cusco, un lugar maravilloso lleno de naturaleza en ese entonces. De niña me mudé con mi familia a Madre de Dios, donde he vivido por más de 45 años. Me encantan los árboles, los ríos, las quebradas y cascadas, el calor, y el sonido de la naturaleza y de sus miles de especies, aunque admito no me agradan mucho los mosquitos. He trabajado para numerosas instituciones en la ciudad de Puerto Maldonado, desde albergues turísticos hasta organizaciones del gobierno y empresas familiares, pero el trabajo con Wilderness International es la más gratificante, porque veo que estamos conservando estas cosas que tanto me gustan y más aún cuando siento que puedo ser parte vocera de esta institución para sensibilizar a la humanidad sobre cómo cuidar, proteger y conservar nuestra bella naturaleza.